Algunos de los entornos más difíciles de mantener a salvo, en la mente de los profesionales de la seguridad, son “objetivos fáciles”. Estos lugares a menudo están poblados por grupos más grandes de personas y, por lo general, carecen de medidas de seguridad, lo que los hace particularmente susceptibles a las amenazas. Los ejemplos incluyen centros comerciales y cines. Entre los más vulnerables, sin embargo, se encuentran los lugares de culto.
Las instituciones religiosas no solo tienden a asignar la menor cantidad de recursos a las medidas de seguridad, en relación con otros objetivos débiles, sino que también han sido lugares de tiroteos masivos en la historia reciente. Esto los coloca en el centro de la conversación nacional sobre la protección proactiva de estos sitios vulnerables.
El panorama de la seguridad
No cabe duda del lamentable aumento de los delitos violentos contra los lugares de culto. En 2017, un hombre armado ingresó a la Primera Iglesia Bautista en Sutherland Springs, Texas, y mató a 26 personas. Este fue el quinto tiroteo masivo más mortífero en los EE. UU. En 2018, once personas murieron cuando un camionero antisemita abrió fuego contra la sinagoga de la Congregación Árbol de la Vida en el peor ataque contra judíos en la historia de EE. UU. Y en 2019, un asaltante mató a 49 personas en dos mezquitas separadas de Nueva Zelanda durante las oraciones del mediodía, llamándose a sí mismo un nacionalista blanco “para vengar los ataques de musulmanes en Europa”, según Global News.
Aunque el Instituto para la Economía y la Paz ha descubierto que el número total de muertes resultantes del terrorismo global ha bajado un 52 por ciento desde su pico en 2014, el Índice Global de Terrorismo ha notado un “aumento preocupante” en los ataques de grupos de extrema derecha. Estas cifras reflejan una disminución del terrorismo organizado y un crecimiento simultáneo de casos individuales de terrorismo político.
El problema con las casas de culto en particular es que pueden ser instalaciones grandes y en expansión, con varios puntos de acceso, horas de uso esporádicas y fondos mínimos asignados para abordar su vulnerabilidad. La concepción puede ser que los sistemas de seguridad son una inversión demasiado cara para los lugares de culto con otras prioridades monetarias. Sin embargo, dentro de la industria de la seguridad, existen soluciones ergonómicas para los lugares de culto que pueden brindar tranquilidad, sin la necesidad, necesariamente, de que los líderes religiosos estén armados.
Tecnologías que mitigan la amenaza
En muchos casos, los profesionales de seguridad implementarán medidas de seguridad como sistemas de videovigilancia, sensores de movimiento, procedimientos de control de acceso o personal de seguridad capacitado, para abordar la posibilidad de una amenaza. Muchas casas de culto también limitarán los puntos de acceso a las instalaciones a una o dos entradas, con el fin de controlar mejor quién entra y quién sale, durante las horas punta.
No todas estas soluciones pueden mitigar las amenazas de forma activa o precisa por sí solas. Los sistemas de video tradicionales, por ejemplo, generalmente solo recopilan imágenes para revisar después del hecho de un evento. A medida que se desarrolla un evento, esta información prácticamente no proporciona asistencia en tiempo real. Además, los sensores de movimiento y las tecnologías de control de acceso a menudo se desactivan durante las horas en las que es más probable que ocurran ataques. Incluso el personal contratado normalmente no puede cubrir todos los puntos de entrada posibles, dados los límites presupuestarios tendenciales.
La Guía de FEMA para el desarrollo de planes de operaciones de emergencia de alta calidad para casas de culto establece que “La notificación rápida de una amenaza puede salvar vidas al mantener a las personas fuera de peligro”. Para que una institución religiosa pueda prevenir el mayor daño posible, es imperativo que considere todas las opciones disponibles.
Audio que cierra la brecha
La implementación para dispositivos de captura de audio con sistemas de videovigilancia es una estrategia eficaz para aumentar la seguridad general en los lugares de culto.
Primero, los dispositivos de audio, cuando se integran con video, brindan a los socorristas una imagen completa de un evento. Si se graba a un pistolero gritando antes de entrar en una casa de culto, el personal de seguridad remota puede escuchar lo que dice el individuo hostil. Después de escuchar cualquier palabra pronunciada o instrucciones que puedan revelar los motivos del agresor, el personal de seguridad puede evaluar rápidamente la situación y coordinar la mejor respuesta táctica entre los socorristas.
El audio también tiene la capacidad para optimizar la respuesta en tiempo real. El análisis de audio, que utiliza software para detección de agresiones y disparos, puede enviar alertas a todo el personal relevante en el sitio, así como a los socorristas, en caso de que el dispositivo detecte voces elevadas o posibles disparos. Esta información podría resultar invaluable, en un esfuerzo por mitigar una situación que se agrava.
Los dispositivos de audio con capacidades bidireccionales también pueden prevenir el crimen al detectar a las personas antes de que ingresen a un edificio, comunicarse con las personas que ya han ingresado, indicarles que están siendo vigiladas e incluso disuadir a una persona de cometer un delito.
Todos estos son beneficios distintos que vienen con la integración de dispositivos de audio en soluciones de seguridad. Teniendo en cuenta la vulnerabilidad de las casas de culto, las estrategias de seguridad preventivas y proactivas son esenciales, para la seguridad de los feligreses que consideran las casas de culto como espacios seguros y sagrados, y también para las comunidades que ya están plagadas de los efectos de los delitos violentos. Estas consideraciones hacen que tecnologías como estas no solo sean instrumentales, sino esenciales.
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